Un macaón en la viborera, un gato negro sin cola, castrado, marcado en la oreja
Escucha los latidos
del corazón, Zakarías, le llaman
No dejan de salir mujeres de su cueva
No es a él a quien buscaba.
La luna se fue de fiesta, maquillada de plata, engalanada de rojo, desangrada
Se hace la muerta , no hay hogueras en la playa.
No la ví en tres días. Estuve dormida. Tampoco recuerdo si la ví en sueños.
Se levantó temprano el levante por la mañana, veinte nudos atados a la
misma distancia subiendo por la escalera.
Hoy no vienen, ni ayer, ni mañana vendrán para realizar el conjuro que devuelva
todo a su lugar y a mí, a mi sitio.
En un fuego hueco de arena, arden deseos.
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