Vagas en mi cabeza desde por la mañana,
Y te voy a escribir un poema,
Porque parece,
Que ya no supiera,
Que ya no pudiera.
El viento planea por el río salpicado de molinos,
Adónde le lleva el agua,
Junto a piñas caídas, cortezas de encina,
Varetas de almendro, troncos de olivo,
Y la negra garza.
El agua del río no es verde, ni azul,
Envenena a los peces, y al Martín pescador,
Donde habitó la nutria que murió en la orilla.
(Tuvieron que hacerle la autopsia al cadáver).
A ese mundo al que tú me llevas,
No quiero volver,
No sé ya, ni me importa,
Quién cerró la puerta a quién.
Y ahora;
Con una piña caída, una corteza de encina,
Una vareta de almendro, un tronco de olivo,
Y este papel escrito, arrugado y sucio,
Voy a encender la estufa.