Cayó de su nido en la cornisa de un edificio de más de diez pisos y
Sobrevivió.
Todavía con el gorro de cáscara de huevo me dió los
buenos días a las seis de la mañana, anunciando la suerte, el
renacimiento, la vida.
Muy buenos días, muy pocos días con ella, mi Kalimera.
Convencida de que cruzaría el estrecho y volvería a mí,
La llevé conmigo en la riñonera a todas partes,
La he alimentado todo el tiempo,
La he acariciado demasiado,
La he matado de amor.
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